La verruguita Elenita

7/28/2020 10:00:00 a. m.

El cuento de la Verruguita Elenita

Esther era una niña pequeñita que tenía mucho miedo de enfrentarse al mundo. Esto era así porque no le gustaba nada nada equivocarse, cometer errores y fracasar puesto que ella pensaba que de esa manera nadie la iba a querer. "Si no eres perfecta nadie te va a querer" se decía así misma. Y en realidad, lo que más miedo tenía en el mundo mundial la pequeña Esther era a que no la quisiera nadie y estar solita.

Por otro lado, Elenita era una mini mini mini mini verruguita fea y no querida que estaba en el cuello de la mamá de Esther. A la verruguita Elenita le daba muchísima pena que la pequeña Esther no se enfrentase a la vida por miedo a estar sola. Ella veía muchas cualidades que tenía la pequeña Esther y veía como era muy querida muy deseada. La veía muy simpática y risueña con todas las capacidades para triunfar en esta vida. Pero, como ya hemos dicho, el miedo la tenía atrapada...

Por esa razón, la pequeña pequeña pequeña pequeña verruguita Elenita decidió crecer y hacerse un poquito más grande para poder ser visible por la pequeña Esther. ¡A la mamá de Esther no le hizo mucha gracia que le creciera una verruga en el cuello! Además la pequeña verruguita se hizo oscurita para ser más visible porque ya sabemos que los bebés ven mucho en contraste.

Un día la pequeña Esther se dio cuenta de la verruguita cuando estaba en el regazo de su mamá y la acarició. Al principio la acariciaba porque no sabía agarrar, pero cuando se hizo un poco más mayor, ya sí que fue capaz de cogerla con sus deditos. Eso le hacía sentir cómoda porque estaba en el regazo de su mamá y, como todo el mundo sabe y si no yo os lo cuento yo, el sitio más poderoso y en el que estamos más protegidos y nos vemos capaces de hacer cualquier cosa es en el regazo de nuestra mamá. Los brazos de mamá dan a los bebés superpoderes. Esther era una niña muy afortunada puesto que además del regazo de su mamá tenía a la pequeña verruguita Elenita. Y de esta forma abrazada en los brazos de su mamá y con la pequeñita verruguita Elenita entre sus dedos Esther se atrevió a soñar y ser feliz.


Pasó el tiempo y Esther creció y se olvidó de muchas cosas incluido de la verruguita Elenita. Y con ello volvió su inseguridad, sus ganas de ser perfecta, de que todo fuera perfecto o estupendo y maravilloso para que la gente la quisiera...

Un día Esther se tuvo que enfrentar a un desafío que le daba mucho miedo. Estaba muy nerviosa y a Esther cuando se pone muy nerviosa no le salen las cosas como quiere... De repente, "¿¡¡esto qué es?!?" Esther había tocado en la silla en la que estaba sentada para el reto un pequeño saliente, una imperfección, un defecto de la pintura que cubría la silla y que tenía forma de gota. Forma de gota no, de verruga. Sin darse cuenta, Esther se sintió valiente y tan poderosa que tuvo toda la energía para que el desafío le saliera estupendísimamente.

¿Qué había ocurrido? Al tocar el defectito de la silla, Esther remontó a su etapa de bebé cuando la verruguita Elenita estaba con ella para animarla y canalizar todo el cariño, la protección y el amor de los brazos de mami. Y con esa energía, Esther se sintió valiente y venció sus miedos.

Esto me ha hecho pensar mucho, lo que a la mamá no le gustaba y veía como una fea verruga negra, a la bebé (y después a la niña mayor) le parecía el lugar más protegido y donde más poderosa se sentía. Quizás sea que no todos los defectos son malos. Quizás no hemos sido capaces de ver su belleza su razón de ser. Quizás no necesitemos eliminar todas las cosas que no nos gustan de nosotros mismos. No sabemos lo que puede hacer poderoso a nuestros hijos, hijas u otras personas que nos quieren... Quizás, sólo quizás, ya seamos perfectos tal y como somos.



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