CAS
Esta semana se ha celebrado la 9ª edición de la conferencia de agilidad más importante a nivel nacional, la CAS. Y este año, entre los ponentes había una persona muy especial para mi: ¡yo misma!
Con el cambio de trabajo este año no me podía permitir gastar otros dos días de vacaciones en eventos, ni costear el viaje. Pero como es el año de las primeras veces, me animé a participar en el C4P.
Durante el #AOS2018 (de evento en evento… ya dije que no me podía permitir más eventos, lo dije por algo) se me ocurrió el tema, pero no fue hasta el último día, que no presenté la candidatura. Y pasó el tiempo. En verano me preguntaron si podría ser una charla corta. La verdad es que tal y como lo había planteado: charla + simulación + preguntas, parecía muy asequible. Así que dije que sí.
Y así quedó la cosa hasta el viernes 26 de Octubre, que durante el ACC Barcelona recibí un correo de Israel Alcázar informándome de que había sido seleccionada. ¡No me lo podía creer! Asistiría a la CAS 2018 y además, formaría parte del equipo de ponentes.
Y empecé a preparar el contenido. La idea inicial venía de las retrospectivas de futuro, pero pensé en darle más contenido. Hablaba con la gente y me daban ideas nuevas. Al poco, tenía un backlog de lectura asociada nada desdeñable.
Sobre la presentación, últimamente estoy practicando con la facilitación gráfica y el sketchnoting. Incluso, doy mini formaciones al equipo sin material. Pero quise aprovechar la oportunidad y participar en los War Games y pedí a Paradigma Digital una plantilla. Esta plantilla me inspiró a usar imágenes poderosas y poco texto.
Lo tenía todo. ¡Incluso tenía un vídeo que enseñar! ¡Qué digo un vídeo, DOS! Pero seguía sin tener contenido… Decidí la ropa que iba a ponerme antes que el contenido. Aproveché el puente para redondear las transparencias y practicar la charla. ¡Incluso me grabé dos veces en vídeo! Tenía demasiado contenido, tuve que recortar. Pero estaba muy contenta con el resultado. Pero bueno, dió un poco igual, mis transparencias en Slides de Google fueron descargadas a PPT y dieron problemillas durante la puesta en escena. Puesta en escena en la que cometí, como dice el feedback, “algunos errorcillos”. 😜
Mi charla, aunque en el último tramo de tiempo, era en una de las salas más grandes, de hecho, la mejor. Y aunque el día anterior me estuve fijando en la mejor posición para situarme, el cambio de proyector limitó mucho mis opciones.
Llegó el momento. Gustavo Razzetti nos acababa de instar a deshacernos de nuestros roles y estaba sentado en primera fila, por lo que había perdido mi frase de aceleración. Arranqué como pude y ¡adelante!
Creo que debí invertir demasiado tiempo en la introducción porque cuando aún no había llegado a la mitad me mostraron el cartel de 10 minutos. ¡No podía ser! Si las dinámicas tenían poca explicación, se quedarían en menos todavía.
Por lo general yo creo que fue bastante bien. Nada que ver con los ensayos, eso sí. Todavía recuerdo cuando me embuclé yo misma tratando de recordar si era la universidad de Chicago la del experimento de la visualización. 🤦♀️ Sin embargo, por lo general, he crecido como profesional y como persona. Hay un antes y un después de la #CAS2018.
Los asistentes se han quejado sobre el evento: de bajo nivel de algunos ponentes y charlas, y de “cuentos de hadas”. No sé si ese será mi caso, ya que sólo recibí 4 tarjetas de feedback, pero con una nota media de 7.25. Pero la verdad es que espero que no.
Estoy pensando organizar un meetup para contar más detenidamente las dinámicas que quedaron tan recortadas y sí me han comentado que les hubiera gustado saber. Y a saber esto estoy esperando para publicar el contenido o esperar un poquito más 😉.
empatía
Últimamente cada vez que monto en un taxi me ocurren cosas muy raras
12/03/2018 09:36:00 a. m.
No sé si a vosotros os ha pasado, pero a mi, últimamente cada vez que monto en un taxi me ocurren cosas muy raras.
La otra noche, caminaba felizmente a Cibeles y para mi sorpresa, a pesar de ser sábado y estar en el mes de diciembre, acababa de perder el búho y hasta después de algo más de 30 minutos no llegaría el siguiente. Quedé devastada, así que indignada pensé en coger un taxi. Hay una parada al lado del palacio de telecomunicaciones así que no me costaría encontrar uno. Después pensé que al ser antes de las 12h había servicio de metro, pero no se me ocurrió en ese momento. 😅
El taxista muy correcto me pregunta por la ruta que prefiero. Para mi ellos son los profesionales y conocen mejor el tráfico en el momento así que le dejé elegir a él. Llegamos a mi calle y a la hora de pagar, el taxímetro marca 10’80€. ¡Ohh, nos hemos pasado de 10€! La verdad es que prefería números redondos, es una manía. Pero… ¡espera! Me ha parecido ver que en el TPV pone 8’80€. ¿Mis ojos se habrán confundido? Hay mucha diferencia entre marcar un 10 a marcar un 8 para ser algo accidental… Mmm 🤔 ¡Pues efectivamente mis ojos estaban en lo cierto!
Hace unos meses cuando aún se congestionaba el centro me dirigía en taxi hacia el centro de Madrid. Al ir al Palacio de la Zarzuela, el taxista se confundió de calle y tuvo que dar un pequeño rodeo. Como fue error suyo, paró el taxímetro antes de llegar y no pagamos por su error.
Sé lo que algunos están pensando, fue error suyo. Puede ser, pero no es un caso aislado. En otra ocasión, al ir a la plaza de Callao a través de una Gran Vía hípercongestionada, el taxista nos indicó que al llegar a 13€, si no habíamos llegado paraba el taxímetro ya que atasco no era normal. Y así fue, al alcanzar dicha cifra, paró la cuenta. Estuvimos un rato, y cuando alcanzamos una distancia razonable, nos indicó que llegaríamos antes andando que en su vehículo. Bajamos y le dejamos atrapado en el atasco.
Últimamente hay mucho revuelo sobre el tema Taxi vs VTC. La gente se queja de las tarifas del taxi son elevadas. Pero eso lo marca el ayuntamiento. No es culpa de los taxistas individuales que trabajan hasta 14 horas para pagar los estudios a sus hijos. Es el ayuntamiento quién marca las reglas del juego en el que juegan los taxis. Puede, no lo sé, que esté bajo la influencia de las asociaciones del taxi. Puede ser, yo no lo sé. Lo que sí que sé es que en demasiadas ocasiones, estas decisiones han ocurrido en contra de los intereses y opiniones del taxista de a pié.
Para mi, la prueba de la buena voluntad de los trabajadores son los ejemplos anteriores en los que claramente han dejado de ganar dinero que legalmente les correspondía. Si yo, como individuo lo he notado una cantidad significativa de ocasiones, significa que este comportamiento es la regla y no la excepción.
Compañeros de trabajo me alegan que hay taxis sucios o malolientes. ¡Puede ser! Yo hace mucho que no me encuentro un taxi apestante a tabaco. Recuerdo cuando era niña, la fila de taxis que hacían cola en el lavadero de coches de debajo de casa cada semana. Recuerdo a los taxistas con su paño blanco, quizá un retal de una camiseta vieja, usando su día de libranza para acicalar el auto, dejándolo listo y perfecto para los clientes. Incluso recuerdo el ambientador de pino colgado del retrovisor. Ese que tanto odiaba porque me recordaba el olor a coche de los viajes en que me mareaba…
Los taxistas que he tenido a mi alrededor siempre han cuidado su “herramienta de trabajo”. Eran conscientes que ese auto daba de comer a sus hijos y lo cuidaban. Pero admito que puede ser que hay algunos que no lo hagan. En esta vida hay gente para todo. Pero el reglamento del ayuntamiento de Madrid EXIGE higiene y limpieza dentro de los autos del servicio público. Si existen servicios que no respetan esta norma, es porque las autoridades competentes no están cuidando esto. Nunca he oído hablar de controles de limpieza y olores de taxis. Seguramente sea más lucrativo para las arcas públicas vigilar el correcto uso de títulos de metrobús o las multas de tráfico.
Nos involucramos en una guerra Taxi contra VTC, currito contra currito, cuando lo que realmente deberíamos hacer es exigir a las administraciones públicas servicios públicos de calidad y que se respeten los reglamentos para obtener mejores prestaciones a los servicios existentes.
Puede que detrás de la VTC haya empresas multinacionales asépticas y distantes. Pero no debemos olvidar que delante hay curritos que intentan trabajar de una manera digna y alimentar a sus familias. Al igual que los taxistas.
¡Practiquemos la empatía! Toda esta guerra está originada por el miedo. El miedo a no tener cómo alimentar a la familia, o no poder darle unos estudios, o las deudas. El miedo nos hace actuar de manera irracional. Pero practiquemos la empatía. En estos adversarios virtuales que el miedo nos ha buscado, hay más personas con miedo. ¡Busquemos aumentar la calidad de vida de ambos colectivos! A fin de cuentas son colectivos hermanos, que sufrirán las mismas clases de lesiones por desgaste y penas… Sobretodo, porque mientras luchamos hermano contra hermano, no buscaremos un plan de contingencia hacia el riesgo que acecha a la vuelta de la esquina, los coches autónomos.
¡Practiquemos la empatía!