La leyenda del sortilegio de Ygrayne

5/14/2021 07:14:00 a. m.

Cuento sistémico para explicar el principio del orden

El otro día, paseando al lado del Castillo de Tintagel escuché un trovador que narraba la historia del sortilegio de Ygrayne. No soy capaz de recordar el exacto de sus palabras, pero esta es la historia que cantaba:

Cuenta la leyenda, que en un remoto paraje de Inglaterra vivió una niña llamada Ygrayne. Ygrayne nació en el seno de una familia que había sufrido mucho, tanto su padre como su madre habían perdido a sus padres, los abuelos de Ygrayne, a muy temprana edad. Su falta se hacía notar constantemente. Los papás de Ygrayne deseaban fervientemente ser cuidados, ansiaban eso que sentían que la vida les debía... Una noche de luna roja, conjuaron un sortilegio para pedir a la luna algo o alguien que compensara aquello que sentían que les faltaba. Y el sortilegio surtió efecto, un rayo luminoso viajó desde la luna hasta su hogar. De ese modo, Ygrayne, desde niña, asumió ese papel protector de su familia. 


Era una “niña muy buena”, no hacía cosas que preocupasen a sus padres, y siempre hacía lo correcto. Incluso de bebé, cuando se despertaba, lo hacía en silencio para no molestar a sus papás. ¡Todo el mundo envidiaba tener una niña tan buena como Ygrayne! Cuidaba de sus hermanos y además, solía recordarle a su padre cuándo eran las fechas importantes y se encargaba de los preparativos de su armadura de caballero. También les aconsejaba. Gracias al mágico sortilegio, Ygrayne se había convertido en la madre de cada uno de sus padres.


Cuando tenía 5 años, Ygrayne reunió las pocas monedas que tenía para regalarle a su madre un pasador para asistir a una gran fiesta. ¡Qué niña tan abnegada! Y cuando años más tarde un ladronzuelo de la región se atrevió a robar el pasador de su madre, Ygrayne se encargó de recuperarlo y hacérselo pagar… ¡Eran una familia muy feliz! O al menos eso parecía desde fuera...


Pasaron los años e Ygrayne, o mejor dicho Lady Ygrayne llegó a la mayoría de edad. Se mostraba seductora y atractiva con muchos hombres, sin embargo no lograba encontrar ninguno a la altura de su padre. Finalmente y con ayuda del sortilegio, Lady Ygrayne se desposó con el duque de Cornualles. Fue una ocasión de regocijo y a su vez difícil para la familia de Ygrayne. Lady Ygrayne tenía nuevas responsabilidades de las que hacerse cargo y ya no podría ejercer de madre-cuidadora tan abnegada con sus padres. 


Pero la magia del sortilegio seguía activa y tras un tiempo tumultuoso, la situación se normalizó. Lady Ygrayne adoptó un rol de amante de su marido, que no esposa, y así pudo seguir cuidando de sus padres, a quienes hizo traer a una región cercana con un generoso estipendio para que no les faltase de nada…

 

Sin embargo, en esta relación, el duque no pudo darle su valor como mujer a su esposa (ella no lo aceptaba) convertida en amante siempre complaciente para suplir esta necesidad de plenitud. Aún así, Lady Ygrayne y su esposo tuvieron tres hijas: Elaine, Morgause y Morgana. 


Cuando las niñas eran aún muy pequeñas, la madre de Lady Ygrayne enfermó y ésta lo dejó todo para cuidarla. Abandonó a su esposo e hijas y corrió rauda a cuidar a su madre-hija que tanto la necesitaba. 


Sin embargo, esta situación no duró mucho, puesto que el duque echaba en falta a su amante y los cuidados que le prodigaba su mujer. Lady Ygrayne volvió a su hogar, pero trajo a sus padres al castillo para poder cuidar de ellos también. 


Lady Ygrayne cuidaba de todo el mundo, bueno no, cuidaba de sus padres, como siempre había hecho, y de su marido-amante. Eso no le dejaba mucho tiempo para cuidar de sus hijas, ni de ella misma. La magia del sortilegio jugó nuevamente un papel muy importante, y absorbió el hueco que había dejado Lady Ygrayne como madre, situando a la pequeña Elaine en su lugar. De esta forma Lady Ygrayne podría cuidar de los demás tal y como el sortilegio se había conjurado. Se había cambiado el status quo establecido por el sortilegio original. La pequeña Elaine estaba tan atrapada en desempeñar la vida de su madre, que no podía disfrutar de la suya propia.


La pequeña Morgana también se vió influenciada por este vórtice mágico, pero en vez de ser absorbida como su hermana, fue repelida del sistema. Se sentía enfadada e injustamente sola. 


La abuela de Ygrayne, Misenlangela, realmente estaba viva todavía, pero había sido excluida de la familia, cuando el padre de Ygrayne era muy pequeño por sus coqueteos con la magia. Era un tema que avergonzaba enormemente a la familia y no se hablaba de ello. De hecho, se actuaba como si no viviera y la magia no hubiera existido en la familia. Pero no era así. Estaba viva y por casualidades de la vida o del sortilegio, se encontró con Morgana un día que la niña estaba triste con su familia. 


Esto no es algo que se sepa, pero fue la abuela  quien introdujo a la pequeña Morgana en los extraordinarios mundos de la magia. Estas cosas por mucho que se escondan o se excluyan, siempre vuelven y se revelan...


Morgana, era una niña rebelde y difícil, ¡con lo buena que era su hermana Elaine! Por un lado, Morgana no respetaba la autoridad de su hermana: ¡eres mi hermana, no mi mamá! Y con ese sentimiento triste de desamparo e injusticia creció, llegando un día a quemar su habitación accidentalmente con fuego. 


Las lenguas del lugar comentaban que el bosque detrás del castillo está hechizado, que una horrible bestia que parecía un dragón aterrorizaba a los aldeanos y le quitaba la vida a quién osara adentrarse ahí en determinadas épocas oscuras. Hay quien aseguraba que era Morgana que se transformaba en esa bestia descomunal para huir de la ira que la acechaba con respecto a su familia.


Pero estas no fueron las únicas tristezas y penurias que acontecieron a esta familia a causa (o no) del sortilegio. Es de sobra conocido lo que le ocurrió a Ygrayne antes de ser madre de Arturo...

Así que yo os canto, mis queridos oyentes, y escuchad con atención la moraleja de esta historia, pues no quiero veros errar y sufrir como sufrieron los protagonistas de esta aventura. No cometais el desatino que el sortilegio de Ygrayne trajo a la familia: ¡aceptad vuestra realidad como es! Vuestro pasado fue lo más perfecto que podía haber sido, dadas las circunstancias, ¡aceptadlo de esta manera! Además, no olvidéis que sois los hijos o hijas de vuestros padres y madres, y ¡no al revés! Lo mejor que podemos hacer los hijos para con los padres es ser felices con nuestra propia vida… (suspiro)


No podremos verificar si mis palabras fueron ciertas y este suceso se cumplió, pues los vientos de la historia hace tiempo que soplaron y lo disfrazan de leyenda, pero la moraleja que os he cantado es tan cierta hoy como lo fue en su tiempo, pues el sortilegio de Ygrayne vive en nuestros subconscientes escondido... 

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