Exterogestación, como los kanguros, tu bebé cuando nace no está preparado del todo

1/18/2021 07:53:00 p. m.

Para el bebé el padre (o cualquier otra persona) no es igual que la madre (por Laura Perales Bermejo):

La especie humana se caracteriza por ser altricial (con crías dependientes de su madre durante mucho tiempo) y por el necesario periodo de exterogestación a causa de la bipedestación durante la evolución, cuya consecuencia fue el estrechamiento del canal del parto y con ello un menor tamaño craneal del bebé para poder nacer, que necesariamente implica un menor desarrollo cerebral. Estos son hechos biológicos, no opiniones, se trata de características de la especie humana, así como la necesidad para un correcto desarrollo de ese cerebro del contacto con la madre, figura de apego principal, sin estar determinado por que exista lactancia materna o no. Lo importante es la madre, habitat del bebé durante un mínimo de 9 meses tras el parto que constituyen ese periodo de exterogestación, alargándose esta dependencia natural que desaparece de modo gradual hasta los 3 años. 

Lactancia Materna de seeseehundhund en Pixabay

La vivencia de esta etapa primal desde la seguridad y el contacto materno es lo que va a propiciar la formación de un apego seguro, determinante para la salud mental posterior de la persona, así como el comienzo del salto a lo social y a la independencia a partir de los 3 años, que de otro modo no se produce o se da de manera patológica. Esto está corroborado ampliamente por las investigaciones en teoría del apego, siendo su máximo referente John Bowlby, hablando además de que siendo la madre la figura de apego principal, la aparición de figuras de apego secundarias como podría ser el padre, no se da hasta los 18 meses. Como decía, independientemente del tipo de lactancia, ya que de hecho se recomienda que si se da el biberón lo haga la madre como figura de apego principal, para un buen establecimiento del vínculo. Los estudios de Mary Ainsworth y en concreto el experimento de la situación extraña dejan patente de nuevo que al año de edad es la madre la figura de apego principal, siendo una reacción saludable que el niño se queje al ser separado de la misma. 

El proceso de individuación del ser humano es lento y gradual, debido a ese reducido tamaño cerebral propio de la bipedestación, dándose en base a la cercanía con la madre, la persona que les ha gestado, de quien conocen el olor, la voz que les llega reverberando en la columna vertebral desde el cuarto mes y medio de gestación (con el oído ya formado) en contraste con el resto de voces amortiguadas por el líquido amniótico. Además, el tipo de apego que se forme (que como decía condicionará toda su vida) va a venir dado mayormente por la respuesta de la figura de apego principal (la madre) a las conductas de apego del bebé (llanto, despertares nocturnos, succión del pecho cuando hay lactancia materna, desplazamiento, etc). Estas conductas son instintivas, destinadas a mantener la cercanía materna para sobrevivir, funcionando principalmente hasta el primer año de vida nuestro cerebro reptiliano que se ocupa del comportamiento meramente instintivo, como demuestran los estudios del neurocientífico Paul MacLean, correspondiéndose con este desarrollo gradual propio de nuestra especie. Estudios posteriores de reconocidos neurocientíficos como Allan Schore, nos muestran además que este cerebro en desarrollo necesita de la corregulación emocional con la figura materna para impedir daños en los circuitos límbicos del cerebro derecho, impedir un desequilibrio dopaminérgico (que puede conducir a las adicciones a sustancias en la edad adulta), para sentar las bases de la respuesta al estrés futura, afectando al desarrollo de la amígdala (y con ella la memoria emocional amigdalar que va a condicionar nuestra respuesta emocional de por vida) o del hipocampo (implicado en procesos importantes de aprendizaje y memoria).

Embarazo de Patou Ricard en Pixabay

Esta patología del apego asociada al cerebro derecho está implicada en la etiología de un alto riesgo tanto para el trastorno de estrés post-traumático (Schore, 1997a; 1998c, e; 1999c, d; 2000d) y una predisposición a la violencia relacional (Lyons-Ruth y Jacobvitz, 1999; Schore, 1999b). Main (1996) sostiene que las formas "desorganizadas" y "organizadas" de apego inseguro son los principales factores de riesgo para el desarrollo de los trastornos mentales. 

Pero esto no afecta sólo al bebé, sino a la madre. El vínculo se da en ambos sentidos, y de nuevo es con la madre como figura principal, al haberse liberado gran cantidad de neurohormonas que propician y sostienen el mismo durante embarazo y parto. Incluso en los casos de cesárea o biberón es de gran importancia la diada, ya que estas neurohormonas liberadas en contacto con el bebé previenen la depresión postparto (que puede alargarse muchos meses tras el mismo). En un estudio realizado por Dagher, McGovern y Dowd en 2014 se evidencia como una duración mínima de 6 meses de baja maternal era preventiva de síntomas depresivos, siendo menor la incidencia de los mismos a medida que este periodo crecía en meses con ese mínimo de 6. La madre que así lo elige también necesita estar con su bebé, y no sólo debe recuperarse de la parte física de embarazo, parto y postparto, sino de la emocional y hormonal. La función de la pareja (si la hay) sería la de sostener a la madre, realizando todas aquellas tareas necesarias de las que ella debe estar exenta. La realidad es que es necesario el trabajo en un cambio de mentalidad masculina, ya que este soporte a la diada, aunque existan padres corresponsables, no suele darse, como demuestran estudios como el de Versantvoort (el aumento de la baja parental incrementa el tiempo dedicado por las mujeres al cuidado de los niños y a las tareas domésticas, sin efecto en los hombres) o el de Hosking, Whitehouse y Baxter (los padres que interrumpieron su trabajo durante 4 semanas o más no dedicaron más tiempo al cuidado de sus hijos que quienes tomaron permisos más cortos o no los utilizaron). El aumento de la baja paternal no es la solución, sino el aumento de ambas de modo transferible. 

La conclusión es pues que independientemente de opiniones el bebé necesita a su madre y la madre necesita a su bebé durante muchos meses, un mínimo de 9 que incluso no serían suficientes. Otras figuras de apego no pueden suplir a la madre en la misma medida, siendo su función, sobre todo en los primeros meses, facilitar que la madre esté cuidada y descansada para que la diada madre-bebé sea fuerte, sin estar desbordada. Es por ello que las madres deberían poder elegir, con información veraz, pero sobre todo con políticas que propicien que una crianza con contacto pueda darse si es el deseo de la madre.


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